Eran épocas bravas, yo apenas un veinteañero y con ganas de
aprender y conocer. Viajaba una vez al mes a Bs. As para comprar discos y
necesitaba del consejo y conocimiento de la gran ciudad de alguien ducho. Y el
Negro, me iba a buscar a Plaza Miserere para “salir de compras” como él decía y
se reía a carcajada en medio de la calle. “Aquí va la parejita de compras, jajajajaja”
estentóreamente reía como si estuviéramos en su casa. La gente lo miraba y
saludaba con un cariño extraño, no era estridente y a los gritos. Se acercaban
lo saludaban y le prometían ir a verlo, tal vez una foto, pero nada más. Los recovecos
que conocí gracias al Negro Juárez son increíbles. Cafés literarios, Librerías,
Disquerías y hasta un fondín de usados que tenía un amigo personal de Rubén.
Que tipo, viejo!!! Lo desafío a que encuentre a alguien en Bs. As. Que les
hable mal de Rubén, no hay, no existen, porque quien más quien menos, alguna
gauchada del negro, seguro tiene en cuenta. Muchas de las cosas se acabaron,
cuando el Negro puso un boliche, ese lugar lo robó de sus amigos y de las
calles. Pero eso es harina de otro costal. Y éste, es un disco que tuve el lujo
de estrenar en la radio, antes que nadie. Por eso está aquí. Gracias por el desahogo y el recuerdo. Gracias
Negro, por todo. Siempre estás aquí, bien cerquita y con la misma ternura de
siempre.
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