“Hijito, si yo hubiera nacido hombre y con todo lo que me
pasó, seguro hubiera hecho alguna macana”, me dijo un día en la puerta de la redacción
de la Revista Nocturno. Estaba allí en pos de “Conseguir unos morlacos para el
almacén”. No había cambiado nada en ella. El grabador hizo correr la cinta de
60 minutos, sin darnos cuenta. Luego Roberto Galán me diría que la había
encontrado justo con ganas de hablar “con extraños”. Más tarde, unos días
después – no muchos- nos volvimos a encontrar en los estudios del viejo canal
11 y me contó que estaba a punto de “hacer el mono”(hacer las valijas) para irse a México por cuestiones artísticas y
de visita a la ex novia de Discépolo. Ese día, justo ese día, me enteraba que
Discépolo tenía otra vida que pocos conocíamos. Fue una mujer increíble y para
muchos fue Mamá Tita, tal vez consiguiendo con eso lo que ella siempre soñó y
nunca pudo cumplirse. Sin embargo ella repetía como latiguillo, “que vas a
hacer hijito, a Mi no me cambia nadie”.
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