El imán de Alberto Castillo, tiene mucho que ver con su vida, su profesión y simpatía.
Muchas veces relataba su experiencia como médico, con giros bien porteños, que hacían las delicias de la gente que lo escuchaba. Sabía que eso divertía y no se rehusaba a hacerlo.“Mirá pibe, cuando yo tenía tu edad (yo tenía 24 años), las mujeres nos miraban para casarse, no como ahora, que es para salir, divertirse y pasarla bien. Entonces, cuando te engayolaban, ya todo pasaba a ser: jugar los fines de semana un partidito al futbol, un asado los martes con los amigos, pero siempre volviendo a casa antes de las 2 de la mañana. El casamiento arruina al hombre, lo convierte en un sapo, se pone regordete, prepara mamaderas, yuga como bestia y hasta deja de bailar…”
Las definiciones eran seguidas por una carcajada, aclarando que esas palabras eran de su amigo Barbieri (El Zorro).
“Yo canto por pasión. Me fijo sí, no desentonar y que lo que canto sea del agrado de la gente. Eso sí, que le guste, pero que no lo pare en la pista para mirarme a mi. La pareja viene a bailar, y lo que hago como cantor, es adornar o hacer un poco más bella, a la danza que disfrutan los bailarines.
Esta actuación en Venado Tuerto, es otra cosa. Te ponen el acompañamiento en el escenario, un telón y la gente está en la butaca del teatro. Es lindo, pero no es lo mismo. Sabes las veces que el smoking debía mandarlo a la tintorería por el olor a chorizos asado que tenía? Eso era pueblo. Allí se deleitaban como cantaba uno, pero el cantor, se deleitaba en ver como bailaban. Ahora todos saltan y hacen piruetas. Imagínate las cosas que hacen y muestran en TV o en el cine, las llegaban a hacer en la pista de un club, quedaban todos presos por asesinato. Cada pareja mataría a la que bailaba al lado.
Esas cosas son delirios para un espectáculo.
Sabes que lindo es llevar a la mujer y que ella se deje guiar con solo sentir el tacto de tu mano en su espalda… eso es bailar, pibe.”
“Hasta cuando voy a cantar… hasta los cinco minutos antes de la muerte, como decía Almafuerte”.
Aquí está acompañado por la orquesta del maestro Angel Condercuri.
Alberto Castillo - El cantor de los cien barrios porteños
Muchas veces relataba su experiencia como médico, con giros bien porteños, que hacían las delicias de la gente que lo escuchaba. Sabía que eso divertía y no se rehusaba a hacerlo.“Mirá pibe, cuando yo tenía tu edad (yo tenía 24 años), las mujeres nos miraban para casarse, no como ahora, que es para salir, divertirse y pasarla bien. Entonces, cuando te engayolaban, ya todo pasaba a ser: jugar los fines de semana un partidito al futbol, un asado los martes con los amigos, pero siempre volviendo a casa antes de las 2 de la mañana. El casamiento arruina al hombre, lo convierte en un sapo, se pone regordete, prepara mamaderas, yuga como bestia y hasta deja de bailar…”
Las definiciones eran seguidas por una carcajada, aclarando que esas palabras eran de su amigo Barbieri (El Zorro).
“Yo canto por pasión. Me fijo sí, no desentonar y que lo que canto sea del agrado de la gente. Eso sí, que le guste, pero que no lo pare en la pista para mirarme a mi. La pareja viene a bailar, y lo que hago como cantor, es adornar o hacer un poco más bella, a la danza que disfrutan los bailarines.
Esta actuación en Venado Tuerto, es otra cosa. Te ponen el acompañamiento en el escenario, un telón y la gente está en la butaca del teatro. Es lindo, pero no es lo mismo. Sabes las veces que el smoking debía mandarlo a la tintorería por el olor a chorizos asado que tenía? Eso era pueblo. Allí se deleitaban como cantaba uno, pero el cantor, se deleitaba en ver como bailaban. Ahora todos saltan y hacen piruetas. Imagínate las cosas que hacen y muestran en TV o en el cine, las llegaban a hacer en la pista de un club, quedaban todos presos por asesinato. Cada pareja mataría a la que bailaba al lado.
Esas cosas son delirios para un espectáculo.
Sabes que lindo es llevar a la mujer y que ella se deje guiar con solo sentir el tacto de tu mano en su espalda… eso es bailar, pibe.”
“Hasta cuando voy a cantar… hasta los cinco minutos antes de la muerte, como decía Almafuerte”.
Aquí está acompañado por la orquesta del maestro Angel Condercuri.
Alberto Castillo - El cantor de los cien barrios porteños