Ha muerto una mujer extraordinaria. Una cantante histórica
con más de cien años de vida; y entre ellos, muchos de triunfos inobjetables
como artista de la canción popular. De esa canción popular que muestra el
paisaje y la gente con sinceridad. Una cantora sin vueltas y de pura estirpe
pampeana, cosa que hasta en los tangos que cantaba se notaba con claridad.
Nos deja una figura necesitable, imprescindible para los
momentos que estamos viviendo, tiempo en que el modernismo electrónico
disimula, en muchos casos, la falta de afinación y de genuino sentimiento
popular.
Hoy más que nunca
necesitamos de los Don Ata, de las Nelly Omar, de las Suma Paz para que no nos
arrinconen con “revolucionarias” instrumentaciones que solo acaban por
convertirse en solos de tachitos, perdiendo la belleza agreste de la creación
popular. Salvo excepciones muy grandes y pocas, siempre el apendejamiento de la
música hizo que perdiera esencia y calidad de popular.
No es lo mismo don Ata
cantando El arriero va, que la versión de un grupo roquero, que pueda, ponga lo
mejor de si para honrar al poeta, pero no nos alcanza. Entonces, nosotros, los
más viejitos, nos aferramos a no quedarnos sin la belleza de la canción sin
vueltas ni artilugios sesudos. Quiero a los cuyanos cantando como cuyanos, no
como porteños. Quiero a los chamamés con el alma del chamamé que conocí. Quiero
el aroma a pasto y mierda de vaca que destilan las milongas de Alberto Merlo,
Víctor Velásquez o las del Chino Martínez…
Quiero tirar unos huesos en la parrilla y que me envuelva el
canto y la guitarra de una persona que canta amando lo que esa canción
describe.
Por eso la frustración y la bronca por ésta partida que no
quería. Más sabiendo que estaba preparando otra presentación festejando su
cumple.
Que carajo, me fui al diablo…
Pero tenía que decirlo y dejarlo sin corrección tal lo
vomita mi alma y el dolor.
Hasta siempre señora y muchas gracias por todo lo bueno que
dejó.
Perdón, pero salió así, disonante en los conceptos, pero con
un sangrado de mucho dolor, bronca y decepción.
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Esta, no es otra cosa que una antojadiza
selección de quien suscribe y trata de llevar adelante un blog de cosas bien
populares.
Me puse a buscar cosas de Nelly
Omar, pero que tuvieran que ver más con su esencia de pampeana, que con su paso
imborrable por el tango.
Y aquí está.
La mayoría –diría todas- con acompañamiento de José Canet y línea de
violines en algunas, pero siempre con esa viola imponente.
Hay cosas tan bellas en su repertorio, que se
hace muy difícil no caer en equivocaciones insalvables, pero traté de
contemplar las más escuchadas y las menos reproducidas públicamente, con lo
cual puede que haya logrado algo medianamente interesante. Así lo espero.
A su memoria.