Esta sí que es una joyita –otra de las tantas- que les
regala La Nova Botica: Carlos Mayel en un disco casi inhallable. Una docena de
canciones acompañado de guitarras que es un deleite para recordar al gran
cantor que fue. El material es parte del esfuerzo de su hijo que ha logrado
restablecer para los amantes del tango, casi todo lo grabado por su padre. Y el
aporte de parte de los temas se lo debemos a
Susana Cristina Barrios, que los cedió con gentileza y desprendimiento.
Ni se le acurra dejarlo pasar.
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Su hijo dejó para la
página Todotango, una serie de consideraciones y vestigios de su historia; que
bien vale reproducir, licenciándonos de verter comentarios que seguro se
quedarían cortos en cuanto a la historia del gran cantor. De paso, para quienes
no tengan idea de quién hablamos aquí, pueden adquirir más conocimientos en
ésta página:
http://blogsdelagente.com/carlos-mayel/
Carlos Mayel, por su
hijo
Nació en el barrio de
Mataderos, en la ciudad de Buenos Aires. Hijo de inmigrantes de la isla del volcán
Stromboli, en Sicilia, Italia. Fueron sus padres, Giuseppe Anastasio y Carolina
Tesoriero (prima del famoso arquero de Boca Juniors, Américo Tesoriere).
Giuseppe, murió en un
accidente al caer de la torre de la iglesia de San José de Calasanz, en Avenida
La Plata y Directorio, cuando se estaba construyendo el edificio, el 15 de
octubre de 1913, era moldurista artístico y tenía sólo 30 años de edad. Un mes
después nació su hijo José Luis (nombre impuesto por su madre Carolina para
honrar a su marido y a su padre Luigi emigrado de Italia a Francia) quien más
adelante, adoptaría el nombre artístico de Carlos Mayel, el último de los
cuatro hijos de ese matrimonio.
Años después, Carolina,
viuda de 26 años de edad, se casó con otro italiano, Nicolás Alagia, y tuvo
cinco hijos más, María Inmaculada, Domingo, Nélida, Alfredo y Ernesto los dos
últimos también incursionaron en la música: Alfredo Alagia, como primera voz en
un conjunto que formó Waldo Belloso y Ernesto Alagia como guitarrista.
Desde muy pequeño, José
Luis, tuvo que trabajar, primero como dependiente de un almacén y para
economizar monedas, hacía todas las mañanas un trotecito de unas cuarenta
cuadras para llegar a su lugar de trabajo —desde Caruhé y Avenida de los
Corrales hasta pasar el Parque Avellaneda— y a la vuelta, lo mismo.
Así, hasta que aprendió
el oficio de aparador de calzado, que le enseñó un primo, El Gordo Bonaventura,
y organizó un taller de aparado, con toda su familia. Entonces la situación
económica comenzó a cambiar. Lo obtenido, como albañil, por Don Nicola, su
padrastro, se destinaba para construir y ampliar la casa y el producido del
taller, para alimentar a toda la familia.
Su afición por el
canto, empezó, obviamente, en el taller y después incursionó en las actuaciones
artísticas, no sin antes tomar lecciones de canto con un maestro italiano
lírico y también de guitarra con otro destacado guitarrista, sin embargo, nunca
abandonó su oficio en el que permaneció hasta su jubilación. El canto y la
composición musical, los tomó como una actividad secundaria y aunque fueron sus
dos grandes pasiones durante toda su vida, nunca decidió dedicarse de pleno a
ellas. No fue un muchacho de café, sólo algunos viernes, frecuentaba el viejo
café El Águila, para contactar con sus amigos autores, compositores, cantores y
músicos. Nunca dejó los ejercicios de vocalización para mantener en buen estado
su voz.
Se destacó por su voz
brillante y afinada y su estilo melodista, Se inició alrededor de 1932, en LR9
Radio Fénix, una de las primeras emisoras de Buenos Aires, con la orquesta de
Héctor de Estéfano, con el pseudónimo Osvaldo Peña. Sus primeras lecciones de
guitarra las recibió de Ángel Domingo Riverol, quien lo presentó y acompañó en
algunos eventos artísticos. Luego pasó a la orquesta de Rómulo Mercado, que
realizaba bailes en Mataderos y en otros barrios. Debutó con la orquesta de
Osvaldo Fresedo en el año 1939 y se desempeño hasta 1942, grabando con el
maestro 8 tangos: "Camino", "Marcas", "Careta
careta", "Nidito azul", "Esta noche", "Si el corazón
supiera", "Es costumbre o es cariño" y "Llamada de amor
porteño". Es interesante como Mayel conoció a Fresedo.
En una casa de Floresta
residía Guillermo Meres —excelente pianista, compositor y arreglador, quién
transcribió al pentagrama gran cantidad de composiciones de mi padre y lo
acompañó en el piano de pantalones cortos en la radio y otros eventos—, allí se
reunían: Enrique Dizeo, la madre de Guillermo —Martha Meres— (que también
cantaba muy bien) y otros familiares, cantores, poetas, realizando veladas
artísticas. Dizeo fue quien tuvo la iniciativa de presentar a mi padre a Emilio
Fresedo, que luego de escucharlo se lo recomendó a su hermano Osvaldo, quien lo
probó en su piano y le adelantó que a la semana siguiente debutaba en su
orquesta.
Si se me permite una
digresión, Guillermo Meres fue mí profesor de música ad honorem durante 4 años,
en un piano que mi padre compró en 1954 a Alfonso Lacueva, el compositor de
“Íntimas”
El pseudónimo Carlos
Mayel fue una ocurrencia de Dizeo, quien le encontraba un parecido en el físico
y en la voz a Carlos Gardel (¡cosas de Dizeo!). La intención era acentuar la
“e”, pero el público acentuaba la “a” y decía «Máyel» y así quedó.
En 1942, ya
desvinculado de Fresedo, fue invitado a visitar a Doña Berta, la madre de
Gardel, y le cantó el estilo "La mariposa". Berta, emocionada, le
regaló un par de botas, un poncho, un sombrero y un cuadrito con la foto de
Gardel con una dedicación y un autógrafo.
Antonio Sumage (El
Aviador), chofer de Gardel, fue un buen amigo de papá y lo visitaba
frecuentemente, trayendo golosinas para su hijo (el mismo que escribe esta
semblanza).
En el período
1942-1947, Mayel formó un conjunto de cinco guitarras y comenzó a actuar, con
creciente éxito como solista, en radios, confiterías y clubes.
La totalidad de su obra
autoral supera los 300 temas, si bien sólo registró alrededor de la mitad. Hizo
muchas en colaboración con Francisco Laino y otras con Celedonio Flores,
Enrique Dizeo, Reinaldo Yiso, Aldo Queirolo, Francisco Amor, Carlitos Acuña,
Martín Castro, Afner Gatti, Víctor Álvarez, Julio Budano, José Paradizo y
otros.
También escribió
letras, cuartetas y décimas, que musicalizó pero nunca les atribuyó demasiado
valor o importancia. Sin embargo, realizó un monumental trabajo escrito, interesante
y extenso, en versos rimados que recopilé y titulé Consejos del Resero y creo
publicaré, si mi tiempo me lo permite.
Entre sus composiciones
más conocidas y llevadas al disco están: “Apronte”, por Edgardo Donato con la
voz de Roberto Morel, por Edmundo Rivero, por Juan Carlos Godoy, entre otros;
“El descolado” (letra de Aldo Queirolo), por Edgardo Donato y por Ricardo
“Chiqui” Pereyra; “Yo nací para Palermo” (letra de Modesto Botti), por Edgardo
Donato; “Berretines de bacana” (letra de Julio Budano), por Edgardo Donato;
“Palito docena media” (letra de José Paradizo), por Jorge Vidal y por Carlos
Mayel; la milonga “Entre curdas”, por Jorge Vidal, Lucrecia Merico y Ernesto
Ariel; “El mayoral del tranvía”, por Alfredo De Angelis con Julio Martel e
instrumental, por el conjunto inglés Tango Siempre.
Otros temas
destacables: “Carlitos está entre nosotros”, tango dedicado a Gardel (letra de
Gerardo Amoedo); la milonga “Celedonio Flores” (letra de Julio Budano) y el
tango milonga “Roberto Firpo” (letra de Francisco Laino).
La milonga “Entre
curdas” fue incluida en la película El Último Aplauso (2009) (Der Letzte
Applaus) y el tango “El mayoral del tranvía”, en Aniceto de Leonardo Favio
(2008/2009).
Luego de mi nacimiento,
en 1947, y por sugerencias de mi madre, Dora Haydeé Fuentes, se alejó de las
actuaciones artísticas, aunque, esporádicamente realizó algunos registros
comerciales, entre ellos, un disco con 12 tangos y milongas propios, acompañado
con guitarras. Además, varias grabaciones con las orquestas de Juan Carlos
Caviello, Francisco Brancatti, Ricardo Martinez Trío y con las guitarras de
Lorenzo Ranieri.
Si bien suprimió las
actuaciones públicas dejó innumerables grabaciones privadas e inéditas,
cantando con su guitarra, con mucho repertorio de Gardel y propio. Y puedo
afirmar que mi padre compuso melodías, escribió letras y cantó, hasta pocas
horas antes de su muerte.
Por
José Luis Anastasio (h)