Tuve la suerte de nacer y crecer entre decidores criollos, cantores, guitarreros y buenos comedores de asado y catadores de vino.
Tal vez por eso, descubro en músicos y cantores, algunas cositas que al grueso, pueden llegar a escapárseles.
Y entre mis tíos y amigos, había una gran disputa por las preferencias de aquel entonces. El grueso, tenía acostumbrados los oídos a Los Fronterizos, Los Chalchaleros. Sin embargo, de atrás venían empujando una serie de conjuntos que irían cambiando la modalidad simplista de juntar dos dúos.
Y allí, empezaba la gran discusión:
Los Nombradores, Los de Salta o Los Andariegos.
En Los Nombradores, se destacaba el grito bagualero y el tipo de temas que elegían. Los de Salta le agregaban esa parte tierna de voces muy bien ensambladas, más su consecuencia con la poesía salteña, mientras que Los Andariegos tenían un dejo de rebeldía, calidad vocal e instrumental, que incluso hacían soslayar a Los Huanca Hua.
Imaginen semejantes noches de buen asado, vino, guitarras y gritería por las preferencias, cosa que terminaba cuando alguien decía: “Che por qué no dejan de joder y cantamos algo”.
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