Intentar ser original hablando de Julio Sosa y Armando Pontier, es casi una locura. Sin embargo, a riesgo de quedar como un tonto, doblo la apuesta intentando dejar constancia del placer que hube de experimentar, cuando los escuché y pude identificarlos por primera vez.
Fue en una de las tantas disqueadas que mis tíos y sus amigos hacían en la casa de mi abuela.
En el grupo estaba Pano Cruz, un admirador ferviente de Julio Sosa. Ese sábado por la mañana, había comprado un LP de los intérpretes y quería escucharlo. Aclaro aquí, que el combinado de la casa, era uno de los pocos del barrio, por cuanto, los muchachos se juntaban y cada cual aportaba algo para escuchar.
El primer tango que escuché de la dupla fue Al mundo le falta un tornillo. No creo se encuentre una amalgama mejor entre ese arreglo de Pontier, para el vozarrón de Sosa.
Despues vinieron más y más y no se cansaban de escucharlo. El LP, cuando se fueron, Pano lo dejó y pudimos seguir dándole con todo.
Mis tíos cantaban, lo cual hacía más locuaz y placentero escuchar voces desde todos los lugares de la casa, acompañando a Sosa.
Luego, la vida, los caminos, mi trabajo…
Pero Sosa-Pontier, siempre fueron conmigo. Los tenía siempre a mano para acompañar soledades o compartirlo mientras quemaba un pedazo de carne en el fuego con algún amigo.
Las noches de oscuridad en mi pieza con esa orquesta, la voz de Sosa y mi cigarro jugando a ser luciérnaga, es una costumbre que suelo frecuentar, cada vez que puedo y estoy solo en la casa.
Allí vuelvo a la casa de mis abuelos, a mi niñez maravillosamente cuajada de libros, discos y guitarreadas, para consolar mi presente mucho menos fresco y limpio que en aquel entonces.
Bajar Material
Qué dijo Colapinto sobre su agridulce performance de Las Vegas
-
| Errores, agradecimientos y una sorpresiva visita
Hace 25 minutos
1 comentarios:
Buenísimo Sosa-Pontier!
Gracias por pasar amigo, y gracias por los augurios!
Un abrazo grande
Publicar un comentario