En una gira que Dumas tuvo a fines del 79 por el sur de
Santa Fe, tuve que hacerle de locutor en varias de ellas. Inmediatamente, hubo
una corriente de simpatía entre ambos que nos llevó a cruzarnos bromas para
acortar las horas. Comencé cargándolo con el mote: El Dandy del Tango. Entre
tantas bromas, juego de truco y atiborrados de mates, me prometió que me
mandaría su material grabado, pues yo le
aseguraba que en el interior se lo conocía por el cine y la tele, pero no por
sus trabajos discográficos que en la radio se resumían a dos simples de
promoción y un LP. A los días me mandó una encomienda y una carta con
consideraciones que me gratificaron y de las cuales estoy muy agradecido por su
gesto y por la ayuda que pude ofrecer a un buen cantor, pero mejor persona.
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